ZR OS DESEA A TODOS UNAS FELICES FIESTAS Y UN PROSPERO AÑO NUEVO
Seguimos haciendo paseos con el golfete, pero debido a las restricciones por el tema de la pandemia nos vemos obligados a reducir el radio de las salidas al término municipal donde vivo, y municipios colindantes 😩
Por suerte todavía nos quedan algunos rincones dignos de visitar y que no habían aparecido en esta sección. Uno de ellos es Pasajes de San Pedro, situado en las faldas del Monte Ulía se encuentra un paseo ligeramente ascendente que nos lleva hasta el mirador de el Faro de la Plata. Un paseo cerrado al paso de vehículos motorizados pero esta caminata de apenas 20 min. nos permitirá apreciar mejor las espectaculares vistas sobre la bahía.
Volvemos al circuito de La Sharte esta vez con varias chicanes para reducir la velocidad punta, que en los bestiales Grupo C superaba holgadamente los 400 Km/h.
El bólido protagonista era el Nissan R90CK, un bestial Gr. C equipado con un V8 3.5 TwinTurbo que erogaba 800 cvs en carrera y en torno a 1.000 cvs en configuración de calificación, y le permitía surcar Hunaidieres a 380 Km/h. Lo alucinante más que la velocidad punta era la facilidad con que se alcanzaba, apenas en unos segundos
La competencia en la edicion de 1990 era feroz; los oficiales Jaguar, Porsche, Toyota, Mazda... pues este misil los superó a todos, incluido compañeros de equipo por la friolera de seis segundos, todo un mundo en competición de alto nivel. Aquella fue la vuelta mas rápida hasta el momento del circuito remozado y Blundell se convirtió en el piloto más joven en logar la pole, a pesar de recibir el aviso desde el muro del equipo de que uno de los turbos trabajaba a sobrepresión por fallo de la válvula de descarga y el motor podía petar en cualquier momento.
Mark Blundell, posteriormente piloto F1 con la nada despreciable cantidad de 32 puntos en el zurrón y ganador de la edición 24 hrs LM de 1992, es el manitas que tiene que lidiar con aquel motor atómico. Uno de los turbos de antaño cuando la entrega de potencia era radical, de todo o nada, y esto se refleja a la perfección en el video con constantes rectificaciones en una dirección superdirecta, y en aquellos tiempos cambiar implicaba soltar una mano del volante. Para transmitir tanta potencia al suelo el chasis iba duro como una piedra y eso se traduce en constantes botes y micro saltos, capaces de poner a prueba los antebrazos, cuello y espaldas del piloto.
En carrera este monstruo no pudo superar la duodécima hora de carrera, pero para el recuerdo queda una de las mejores y más vertiginosas vueltas al circuito de La Sharte.