GOLFEANDO; PASAI DONIBANE

Pasajes es la ria situada entre los montes Ulía y Jaizkibel, esta bocana natural y desembocadura del río Oiartzun se ha convertido en el puerto mercantil de donostialdea. 

En uno de sus margenes encontramos la pintoresca villa  marinera de Pasai Donibane (Pasajes de San Juan), enclavada entre las estribaciones del monte y la bahía.
El pueblo ha sabido conservar su antigua esencia marinera y es una visita turística imprescindible, tanto por su conjunto monumental como por su rico entorno natural. 
Situada a 5 min. escasos en coche de San Sebastian en dirección a Lezo, al llegar deberemos aparcar nuestro vehículo en unos de los parkings gratuitos exteriores, pues ya veremos porqué no podremos acceder con él al pueblo.

Donibane de hecho es tan solo una calle, empedrada y salpicada de estrechos y bajos pasadizos medievales. 
Al principio de la Calle de San Juan encontramos la Iglesia de San Juan, barroca del siglo XVI, que aprovecha murallas y recintos defensivos previos.

Al lado de la iglesia encontramos palacetes con sus blasones de piedra y construcciones típicas de la zona que resisten pegados al agua como si el paso del tiempo no les afectara.

Remontando la calle no tardamos en toparnos con numerosos restaurantes donde poder saborear todo tipo de comidas,  especialmente pescados y mariscos del cantábrico. 

Existen algunos embarcaderos donde podemos montar en una barca motorizada que nos llevará cruzando la ria hasta la vecina localidad de Pasajes de San Pedro, este oficio era ejercido anteriormente por las llamadas bateleras,  mujeres remeras rememoradas por una estatua. Tal vez por ello estamos en una localidad donde el remo es y ha sido siempre la mayor afición deportiva.

Siguiendo la calle empedrada paralela a la ria encontramos el edificio que albergó una temporada a Victor Hugo, la casa en la actualidad esta reconvertida en museo y en oficina de información turística.
La Plaza de Santiago es el punto de reunión de la gente del pueblo, al ser un espacio superancho comparado con la estrechez del resto de calles. Está repleto de bares, terrazas restaurants y adornado con casitas coloristas rodeando al consistorio local.

Continuando el paseo en la única dirección posible nos topamos de bruces con la Basílica del Santo Cristo de Bonanza y no tardaremos en abandonar la villa por un camino de ronda,  llamado Bonanza que discurre paralelo al mar.
Este camino nos permite admirar unas fantásticas y relajantes vistas del espectacular paraje. Las laderas de los montes muy cercanos entre sí nos hacen llegar el eco del graznido de cientos de gaviotas,  y también del grito de los atléticos remer@s.

Para los más osados excursionistas hay calitas naturales y cientos de caminos para explorar más en profundidad los montes cercanos y disfrutar de la naturaleza en estado salvaje.