Si recordáis el anterior post estábamos en Sant Pere de Rodes a quinientos mts. sobre el mar, y para llegar a nuestro destino iniciamos un vertiginoso descenso que nos llevará hasta la localidad del Port de la Selva.
Callejear por Cadaqués con coche es poco menos que imposible y deberemos aparcar en las afueras.
Si no desistimos en las duras pendientes del pueblo obtendremos nuestra recompensa al llegar a la Iglesia Parroquial de Santa María, con la fachada tan blanca como el resto de las edificaciones del pueblo. Desde el exterior de la parroquia obtenemos las mejores vistas sobre el pueblo y la bahía, pero el interior también merece una visita.
Iniciamos la bajada hasta la playa por un intrincado laberinto de callejas, a cada cual mas pintoresca y estrecha, para llegar al paseo marítimo centro neurálgico de la villa.
No nos libramos de los guijarros con que esta adoquinado el pueblo, ni en la playa. Un precio nada elevado si queremos bañarnos en las aguas cristalinas de la bahía. Numerosos bares y chiringuitos nos permitirán saciar nuestro apetito, apenas a unos metros del mar, algo impensable en un mar más bravo.
Estatua dedicada al hijo prodigo de la villa
A pesar de su nombre, este edificio nació en el siglo XIX como una mutua y luego pasó a ser sede una sociedad cultural conocida como L'Amistat.
Proseguimos camino bordeando el mar hacia la Cala de Portlligat, en un paseo maravilloso de unos veinte minutos aproximadamente.
Portlligat es un pequeño pueblito de pescadores, en una playa al abrigo de una isla. Se trata de uno de los lugares habitados más al este de la península, que hubiera permanecido en el anonimato de no haber sido el enclave escogido por Dalí para fijar su residencia. El artista siempre decía que el sol se levantaba sobre su cama antes que en cualquier otro sitio de España.
El enclave permanece oculto por una isla desde el mar y por la típica vegetación mediterránea desde tierra, pero si nos fijamos bien en un tejado aparecen dos fijaciones del artista; una pareja de gigantescos rostros de maniquíes y los omnipresentes huevos que delatan la casa.
Esta vez pasé de la visita obligada y a pesar de que el día gris y fresco no acompañaba demasiado, preferí quitarme los zapatos y sentarme en el pequeño espigón, sintiendo las caricias en los pies de las aguas mediterráneas, un mar cálido y calmo, tan distinto del frio y furioso cantábrico del que provenía.
El inabarcable horizonte verdeazulado típico de la Costa Brava, salpicado de veleros me explica la razón de que Dalí escogiera este remoto lugar para instalarse y crear.
Xavi, esas callecitas angostas y empinadas me hacen soñar.
ResponderEliminarGracias por la recorrida.
Abrazo!
Como siempre gracias a ti juan por acompañarme aunque sea a distancia.
EliminarAbrazos!!
¡Caramba! Si no llegas a decir dónde has estado hubiera creído que son pueblos de Andalucía, con esas casas blancas, las calles estrechas y adoquinadas, las plantas decorando y dando color a las calles... Viví esa sensación cuando hará un par de años estuve en Tarragona y pude visitar El Roc de Sant Gaietà, un lugar que me enamoró.
ResponderEliminarSaludos ;)
Supongo que todos los pueblos costeros del Mediterráneo guardaran muchos puntos en común.
EliminarAbrazos;)
Yo también pensaba lo que se parece este pueblo a los típicos de la costa andaluza...
ResponderEliminarGracias por mostrarnos estos rincones, dan ganas de darse una vueltecita por allí y comer unas sardinitas asadas!
Saludos!
p.d. los gatos vigilados por las gaviotas! Serán amigos?
En la costa brava es típico un plato llamado de suquet de peix, te recomiendo.
EliminarAbrazos!!
p.d. no lo sé pero esa gaviota tiene una cara de mala leche...
Me tuviste con las fotos de los gatos, el primero comiendo y los otros durmiendo con el plumífero que parece enojado por los dos felinos que lo ignoran.
ResponderEliminarQué belleza, yo también me hubiera instalado en un lugar así, me encanta el mar!
El Dalí no tenia mal gusto, lo malo de la costa el precio de las casas, el turismo masivo en los meses de verano y el viento inhóspito típico de la zona, la Tramuntana. Personalmente prefiero el monte para vivir, la costa para bajar a pasear de tanto en tanto.
EliminarMuy bonitos estos pueblos costeros, se puede adivinar desde aquí que todavía tienen ese componente de originalidad y tranquilidad que te quita el turismo masivo. Parece un lugar perfecto donde desconectar oyendo y oliendo ese calmado mar del mediterráneo.
ResponderEliminarSaludos!
Ahora es un lugar turístico muy renombrado pero hasta que lo descubrieron los Hippies en los años 70 era un rincón muy autentico de la costa catalana, prácticamente virgen, y debido a su peculiar orografía no se han hecho demasiados desastres arquitectónicos.
EliminarUn abrazo!
Buenas,
ResponderEliminarBonito pueblo con fantásticas carreteras si os gusta conducir, eso si, mejor evitar la epoca más turística, y tirando a cara, en general.
Ciao
No sé si nos mostrarás más Costa Brava... zona de rally!
Mi abuelo siempre decía que había que hacer al revés de la gente,.. en invierno ir a la costa y en verano a la montaña.
EliminarEs cierto! durante algunos años el parque cerrado del Catalunya fue Lloret de Mar.
Ciao!!