Para celebrar que habíamos superado la Inspección Técnica de Vehículos anual, y quitar las telarañas del motor después un largo periodo parado, nos dirigimos a la pequeña población de Zestoa-Cestona que deparaba un buen numero de sorpresas.
Cestona esta situada a unos 40 Kms de San Sebastián y como siempre tenemos dos opciones; la rápida pero insulsa y aburrida autopista o la carretera provincial GI-634 que discurre paralela a la costa, atravesando Orio, Zarautz, Getaria y Zumaia. Sin dudarlo elegí la segunda opción. Al llegar a Zumaia deberemos coger el desvió hacia Azpeitia y en escasos 5 Km llegamos a Zestoa.
El aparcamiento no es problema, pues hay varias areas disponibles sin pago en las afueras de la villa. A partir de ahí una pista asfaltada transcurre paralela al rio Urola y se interna en el monte.
Atravesamos el puente viejo, construido en madera originariamente en el siglo XIV y reconstruido en piedra en el siglo XVII. Esta villa esta marcada por el agua que circula abundante por doquier, por ello hallamos fuentes y lavaderos como este de 1821, cuando no había electrodomésticos, y se reunían ahí diariamente las mujeres de la zona.En un giro de este bucólico caminito aparece Lilibea, el Palacio de Lili. Los Lili eran señores feudales y terratenientes de buena parte de la zona. Originalmente constaba de una Casa Torre con funciones defensivas y en 1525 se levanta el Palacio, símbolo de la riqueza y estatus social de la familia. Los últimos miembros de la familia residieron allí hasta 1680, tras lo que el lugar inicio un largo periodo de decadencia y fue utilizado como caserío. Finalmente en el año 2000 el ayuntamiento intervino para preservar su integridad y fue restaurado por la fundación Ekain. Actualmente se puede visitar y se representan ahí funciones teatrales recreando su historia.
El camino hacia Ekainberri es un lugar de esparcimiento muy relajante frecuentado por excursionistas y ciclistas.
Desde el Palacio de Lili no andaremos mucho mas hasta toparnos en una vaguada con EkainBerri, unas instalaciones de cemento y metal que albergan un museo con una replica a escala del interior de las Cuevas de Ekain. La cueva original descubierta en 1969, fue cerrada al publico para preservar su integridad y contenía cientos de muestras de arte rupestre del paleolítico, declarado Patrimonio de la humanidad en 2008.
El edificio parece un bunker blindado pero yo creo que llegué fuera de horario y además luego leí que para poder visitar las replicas se debe concertar cita previa. De modo que nos damos la vuelta por el mismo camino que en poco mas de un Km nos lleva de vuelta al pueblo.
Cestona como muchos sitios de la zona esta construido sobre una loma y fuertes rampas o si lo preferimos escaleras nos llevan hasta la Plaza Foru donde se halla la Parroquia de la Natividad de Maria y el ayuntamiento un antiguo edificio construido originalmente para presenciar los espectáculos taurinos. A ambos lados de la plaza todavía se conservan los portales de la muralla que rodeaban la villa en la edad media.
Cestona vivió su mayor esplendor en la época de la Belle Epoque, cuando recibía veraneantes de toda la península y del extranjero, que venían atraídos por las propiedades medicinales de sus aguas termales. Así surgieron hoteles y balnearios como el Balneario de Cestona. Era tan frecuentado por viajeros y turistas que disponía de su propia estación ferroviaria, ahora en desuso.
El Balneario de Cestona aunque restaurado sabe mantener hoy el encanto arquitectónico de los Grand Hotel de principios de siglo pasado. No nos será difícil encontrarlo, pues esta situado junto a la carretera que lleva hasta Azpeitia. Aparcamos el Golfete en el parking del hotel rodeado de gigantescos arboles que muchas veces parecen querer ocultarlo.
Comienza a anochecer y con la excusa de cenar comienzo a curiosear por las estancias de este edifico tan singular con sus grandes escalinatas de madera, sus imponentes salones de techos altísimos de los que penden antiguas lamparas de araña y pasillos intrerminables de suelos de mármol. El hotel dispone de un paso sobre las aguas que conduce a las instalaciones del balneario y a las fuentes termales.
La cena estaba deliciosa , el servicio rápido y atento, y que decir del solemne y espacioso entorno , la única pega eran las cantidades que encontré algo justas para un viajero hambriento, pero en sí constituyó un buen colofón para abandonar Cestona con la sensación de que a pesar de su pequeño tamaño y de no gozar de la fama y prestigio de otras villas de la zona, tiene muchos rincones atractivos para el viajero.