Hace cuarenta años el sol amaneció sobre el ring, esto para quien esta a punto de rodar sobre "el infierno verde" es la mejor de las noticias. Nada de la lluvia, aguanieve o hielo habitual, aunque la temperatura sea fresca, el cielo no parece amenazador y el asfalto estaba seco.
El trazado ya es bastante desafiante, pero nada que ver con el que vivió el terrible accidente de Niki Lauda. Desde entonces se había puesto en marcha un ambicioso plan para mejorar la seguridad de los pilotos. Una remodelación que pretendía reducir la velocidad en las rectas, suavizar algunos baches y también se acortó su longitud hasta los 20,76 kms.
El 28 de Mayo de 1983 la tercera ronda del prestigioso Campeonato de Mundial de Resistencia Sport Prototipos está a punto de comenzar en los 1000 Kms de Nurburgring. Un joven alemán de veinticinco años, delgado, de cabellos rubios y desordenados se coloca su casco con los colores de su país natal. Para él Nordschleife, a diferencia de sus competidores de la talla de Dereck Bell, Jochen Maas, Jackie Ickx, Ricardo Patrese, Bob Wolleck o Keke Rosberg es su segunda casa, sabiendo a la perfección el punto justo donde frenar o donde acelerar en cada una de las curvas más temibles del planeta. Stefan Bellof entra en el angosto cockpit de uno de los aparatos más veloces del planeta, un Porsche 956 decorado con la librea de la tabacalera Rothmans. Un auto que deberá compartir con su compañero de equipo Dereck Bell.
El 956 del legendario Grupo C, se trata de uno de los autos de más longeva y exitosa trayectoria en toda la historia de la competición, pero tambien uno de los más peligrosos.
Su propulsor es una bomba de seis cilindros bóxer sobrealimentado por dos turbos que desarrolla una insana potencia de 640 cvs a 8.400 rpm. Una larga cola coronada por un descomunal alerón y una parte inferior de la carrocería con efecto suelo intentan evitar que despegue de la pista a los 350 Km/h que es capaz de superar, pero eso no es ninguna garantía de éxito en el traicionero Nordschleife.
Stefan tiene entre ceja y ceja un tiempo, el 6:16:85 de la pole de Mass. A pesar de que según el mismo reconoce comete un par de errores y es ralentizado por un coche, ahora se está acercando a la recta final donde se encuentra Ickx, pero eso casi le beneficia, porque sin dejar de acelerar le coge el rebufo y cruza la línea de meta. ¡Ha sido cinco segundos más rápido que Mass, dieciséis menos que Ickx y le saca casi medio minuto al futuro campeón finés de la F1!.
El crono obtenido fuera de las sesiones clasificatorias se detiene en unos increíbles 6 minutos 11 segundos y 13 decimas, promediando 202 Km/h. Acaba de registrar el récord no oficial de la vuelta rápida al anillo del norte.
Un récord que no sería superado hasta el reciente año de 2019 por un prototipo eléctrico de VW denominado ID.R realizado exclusivamente para tal fin.
El día de la carrera Bellof impuso un ritmo demencial, ¡ en apenas seis vueltas su Porsche con el dorsal número dos estaba sacando 36 segundos al segundo clasificado y dos minutos y medio sobre el tercero !.
En una de aquellas Flying laps, paró el cronometro en 6'25' 91, tiempo que hasta día de hoy es la vuelta rápida oficial en carrera del Nordschleife.
Pero su director en los boxes se estaba comiendo las uñas pensando en los kilos y kilos de combustible que se estaba tragando el seis Bóxer de Porsche. Además su compañero de equipo solamente pensaba en asegurar la primera posición en el campeonato.
Ambos hacían bien en sufrir porque la traicionera curva de Pflanzgarten estaba esperando para poner fin a tal exhibición.
Tal vez en un aviso de lo que sucedería fatalmente dos años después en Spa-Francorchamps, Bellof impactó contra el guardarraíl a casi 258 Km/h. Daba igual porque aquellas dos vueltas voladoras de aquel fin de semana, le habían servido para entrar en la leyenda del circuito más exigente del planeta, una distinción reservada a exhibiciones de pilotos del calibre de Fangio, Caracciola, o Nuvolari.
Antes de su conocido fatal desenlace, Bellof se impuso en el Campeonato mundial de Resistencia en 1984 y también en el DRMy brilló tanto en uno de los fines de semana Monegascos más agitados de la história, que le valió para entrar en la orbita de fichajes de la Scuderia.
Años después la curva que le arrebató cruelmente la victoria en el Ring pasó a llevar su nombre como homenaje.
Emerson Fittipaldi en este comercial de la marca de lubricantes Texaco, conduce su Lotus 72 por el mítico trazado de Südschleife, a la vez que oímos su calmada voz relatando las sensaciones que experimenta.
Como curiosidad podemos ver partes del circuito que junto al Nordschleife configuraron el antiguo anillo de Nürburg, una de las pistas más largas del mundo con cerca de 28 Kms. La Südschleife desapareció dejando paso al trazado del Nordschleife y actualmente ese espacio está ocupado por el actual trazado de Nürburgring de F1.
Actualmente estos tramos que el brasileño surcaba a gran velocidad con su Lotus, han sido abandonados y devorados por la vegetación y otros se conservan pero han sido reacondicionados como vía de acceso al circuito y los estacionamientos.
Castro es la primera población cántabra que nos encontramos si venimos desde la costa vizcaína. Y la verdad es que es una anticipo de lo que nos ofrece Cantabria Infinita. No falta la naturaleza salvaje, donde a lo largo de su costa encontramos una preciosa alternancia de acantilados, playas y marismas. Por si fuera poco, sus villas marineras parecen resistirse a perder encanto y su legado histórico, pero a la vez ofrecen al viajero todo tipo de modernos servicios. Castro Urdiales es un perfecto ejemplo de todo esto.
Tras aparcar el Leoncito, subimos a un mirador con unas vistas espectaculares sobre la Iglesia de Santa María de la Asunción y también del Castillo Faro de Santa Ana, ambos encaramados a un peñón. Por ahí el acceso a estas colosales edificaciones era poco menos que suicida y debíamos descender hasta el puerto.
Su nombre parece provenir del romano Castro Vardulies, un asentamiento de Várdulos. En 1163, Alfonso VIII le concede el título de villa, muchos años antes que otras poblaciones de la costa cantábrica incluso antes que la capital Santander.
En el puerto hallamos el ayuntamiento en una plaza porticada bajo la que se alojan gran numero de restaurantes y cafeterías.
Desde el puerto podemos acceder a la Catedral, que data del siglo XVIII. Está considerada como el monumento gótico más importante de la región, siendo declarado Bien de Interés Cultural en 1931. Su ubicación encima de un acantilado y su aspecto de estilo normando le otorgan un fiero aspecto de fortaleza medieval.
La edificación es todo una lección de arquitectura gótica, donde apreciamos elementos típicos del siglo XVIII, como pináculos, arbotantes y contrafuertes. Aterradores y fantásticos seres parecen vigilar el horizonte desde las cornisas.
No menos imponente resulta la edificación del Castillo de Santa Ana. Justificado porque el litoral cantábrico se vio asolado por incursiones constantes de tribus escandinavas que ejercían la rapiña y el pillaje. Actualmente en su terraza se aloja un faro marítimo. El Castillo visto desde distancia parece el puesto de mando de un gigantesco navío.
Junto al castillo se alza un todavía lozano puente medieval, resistiendo los embates del mar y del viento del litoral.
Castro Urdiales por su emplazamiento posee una importante industria naviera documentada desde el siglo XIV. Naos fabricadas en los astilleros de Castro participaron en la reconquista de Sevilla y Cádiz.
Con el descubrimiento de América los comerciantes de la villa se dedican al comercio de ultramar produciendo un resurgimiento de la villa. Quince naves y cuatrocientos hombres se enrolan en la Armada Invencible. En 1796 se abandona el señorío de Vizcaya para incorporarse a la provincia de Cantábria.
Lógicamente otra de las principales actividades económicas de la zona ha sido la industria pesquera, y en la época moderna otro sector en alza ha sido el turismo. Todas las calles parecen ser un hervidero de marisquerías, asadores y cafeterías.
La calle Ardigales, paralela al paseo marítimo, es la arteria vital del casco viejo, donde encontramos además de bares y restaurantes todo tipo de establecimientos comerciales.
Siguiendo esa calle desembocamos en la Plaza de la Barrera y junto a ella el Parque de la Música, es una zona romántica donde se hallan edificios señoriales.
La plaza de la Música desemboca en el Paseo Marítimo que nos regala las mejores vistas del puerto.
No sé a ustedes, pero en los enclaves tan paradisiacos como este, me pasa que el reloj avanza a una velocidad asombrosa y aunque Castro Urdiales es un inicio de ruta maravillosos debemos proseguir viaje.