Una de mis zonas geográficas cercanas preferidas son los Pirineos Navarros donde encontramos pueblitos encantadores, casi de juguete enclavados en colinas y situados en las lindes con el territorio francés. Etxalar es uno de ellos. Pertenece a la Comarca de las Cinco Villas, junto a Aranaz, Yanci, Lesaka y Vera.
Tras una puesta apunto en el taller que incluía el cambio de las correas de distribución y de la auxiliar, salimos de casa en uno de los típicos días norteños de cielos encapotados, pero estamos tan ansiosos de rodar que ni la inminente llovizna parece detenernos.
El Rio Bidasoa se convierte en territorio navarro en el Baztán dando nombre a la región. La lluvia no hace finalmente acto de presencia pero a cambio debemos lidiar con una pertinaz neblina que no augura buenas tomas.
Tal vez para reclamar alejar a los malos espíritus y reclamar esa luz solar tan escasa en el pueblo, algunos de los ochocientos habitantes del pueblo colocan el Eguzkilore en las puertas de sus casas.
Finalmente encontramos estacionamiento en el centro de la villa, no ha sido labor fácil, pues el estacionamiento situado a las afueras del pueblo estaba completo.
El frontón es un lugar casi tan sagrado como la iglesia. Ambos son punto habitual de reunión de los habitantes, de ello dan fé sus colosales dimensiones.
Visitado el templo de la pelota vamos a por el otro.
La iglesia de Santa María de la Asunción, (justo igual que la de Castro-Urdiales) está situada en el medio del pueblo. como tantas otras estructuras medievales su alzamiento se eternizó en el tiempo, comenzando el mismo en el siglo XIII y rematando algunas partes como la torre en el siglo XVIII. Un rasgo típico de esta tierra tan lluviosa, es la entrada porticada como resguardo de los feligreses.
La iglesia cuenta con dos entradas independientes. En sus jardines junto a un árbol imponente como guardián, encontramos las estelas circulares. Son monumentos funerarios donde aparece el nombre del fallecido y la casa a la que pertenecía. Algunas de estas estelas fueron encontradas en un almacén de la iglesia cuando se estaba realizando una restauración.
Desde el jardín de la iglesia contemplamos una imagen bucólica del pueblecito, cuyo nombre aparece por primera vez escrito en un documento del año 1280. su etimología parece provenir del Euskera, Etxa (casa) y Larre (pastizal), por tanto sería algo así como la casa del pastizal. Reflexiono mirando mi entorno y para mí este hubiera sido el ultimo nombre para bautizar a un lugar tan bello.
No muy lejos de la iglesia se halla un crucero. Este tema es apasionante y da para mucho juego esotérico, más allá de la simple señalización de un cruce de caminos, ahí lo dejo que cada uno investigue por su cuenta...
En la plazita donde he aparcado encuentro un columpio metálico pintado en verde y rojo que me trae recuerdos de niñez, es como si hubiera viajado atrás en el tiempo unos cuarenta años, me pregunto cuantos columpios como este sobrevivirán todavía.
Y ya que hablamos de supervivientes natos en Etxalar nos topamos con un buena cantidad de ellos, que seguro harán las delicias de los cochenteros. No podían faltar la inmortal C15D ni del legendario "Baby Benz".
En cada pueblo del pirineo además de un frontón y una iglesia no puede faltar tampoco un Vitara.
También me topé con un par de aparatos más actuales pero no menos impresionantes. El VW Amarok V6 4Motion parece el arma ideal para adentrarse sin miedo y disfrutar a buen ritmo de cualquier sendero o pista forestal.
Hablando de bosques profundos toda esta zona que linda con los territorios franceses fueron muy utilizados por los contrabandistas locales, sabedores de caminos y sendas no vigiladas por las autoridades.
Aquí también se da una rara forma de caza conocida como las Palomeras, consistente en lanzar unas redes en el bosque para atrapar estas aves.
Pero si hay un protagonista esencial del pueblo, que nos encontramos en cualquier rincón, este es el agua del Tximista que parece correr sorteando las viviendas bajo de un laberinto de puentes, como si estuviéramos en la Venecia del Baztán. Este murmullo constante de agua brotando se convierte en la banda sonora del lugar.
En el pueblo parecen convivir las actividades comerciales mas clásicas con las más modernas.
Nuestro recorrido circular acaba junto a una casona centenaria en cuya fachada se halla perfectamente integrado un reloj de números romanos. El reloj me indica que muy a mi pesar es hora de abandonar este idílico paraje proseguir ruta